jueves, 2 de mayo de 2013

La motivación en los estudiantes de Bachillerato

Cuando el alumnado finaliza el cuarto curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), una de las opciones académicas que tiene es la de estudiar una rama de Bachillerato. El salto académico que supone el pasar de 4º de ESO a 1º de Bachillerato es muy duro, al igual que pasar de 1º a 2º, estando el alumnado bastante presionado por la selectividad. Puede haber momentos en los cuales el alumnado tenga dificultades para seguir el ritmo de las clases, tenga dificultades para comprender los contenidos, o incluso no les vea mucho sentido. También podemos encontrarnos casos de estudiantes que se han matriculado en esta etapa porque no tienen clara su vocación, y deciden seguir estudiando como una forma de “aplazar” esta decisión a la vez que retrasar su incorporación al mercado laboral, y ahora aún más viendo las dificultades que hay actualmente debido a la actual crisis económica.

Por una razón u otra, el alumnado puede sufrir momentos donde reina la desmotivación. No es extraño encontrarnos a estudiantes que, tras haber aprobado la ESO con unas notas aceptables, tenga dificultades para adaptarse al ritmo que se le exige en Bachillerato. Esto conlleva a que su nota media se vea disminuida e incluso suspenda algunas asignaturas en el primer trimestre, lo cual suele ser frustrante para muchos estudiantes. Y si es el caso de estudiantes que no le ven sentido al Bachillerato, la desmotivación puede aumentar, conllevando a que se planteen en abandonar los estudios.

¿Qué podríamos hacer para prevenir situaciones de desmotivación e intervenir cuando se produzca un caso de desmotivación? Me gustaría aportar una serie de reflexiones personales, fruto de los debates que hemos realizado profesionales de la educación y que en su día fuimos estudiantes de Bachillerato y, por lo tanto, sabemos cómo se pueden sentir muchos de los estudiantes de ahora:

1-Realizar actividades de orientación profesional significativas en 4º de ESO

Es importante que, en 4º de ESO, dediquemos el tiempo suficiente a realizar actividades de orientación académica y profesional. Debemos diagnosticar sus capacidades, intereses y motivaciones, y partiendo de ello iniciar una serie de actuaciones cuyo objetivo sea evaluar y desarrollar la madurez vocacional, diagnosticar y aumentar su nivel de auto-eficacia y su auto-concepto, desarrollar la capacidad para tomar decisiones a través del método “DECIDES”, asesorar sobre todas las posibilidades académicas que tienen una vez finalizada la etapa de ESO, realizar tests de personalidad (16-PF) que se contrasten con tests de intereses vocacionales (Kuder-C) con el objetivo de asesorarles sobre aquellas ocupaciones que puedan adaptarse mejor a sus intereses y analizar si su personalidad es acorde a las exigencias de dichas ocupaciones, fomentar la cultura emprendedora, realizar visitas programadas a centros de formación y/o empleo, trabajar la inteligencia emocional, etc.

El objetivo es asesorar y ayudar al alumnado a saber qué es lo que desea hacer cuando sea mayor, y decidir aquella actividad formativa que mejor pueda satisfacer sus necesidades e intereses, además de orientarles acerca de aquellas necesidades formativas y actitudes que pudiera necesitar mejorar para saber afrontarlas de la mejor manera posible. Esto ayudaría a prevenir a que haya estudiantes que se matriculen sin motivación en esta etapa, lo cual puede ser una dificultad para saber afrontar los retos que le deparará esta nueva etapa.

2-Diagnosticar las necesidades e intereses de nuestro alumnado de Bachillerato

Tenemos que diagnosticar, en nuestra aula de Bachillerato, cuáles son las necesidades, motivaciones e intereses que tiene nuestro alumnado. Se han matriculado en Bachillerato con el objetivo de adquirir una formación y una titulación que les permita, sobre todo, acceder a los estudios superiores, como sería estudiar un grado universitario. Puede que los contenidos que estemos trabajando no logren satisfacer sus necesidades, los encuentren aburridos o simplemente no entiendan el sentido que tiene estudiar un contenido determinado. Por ello, debemos primero diagnosticar estos intereses.

Una posible sugerencia sería que el profesorado-tutor pasara el primer día un cuestionario donde se reflejen cuestiones como las siguientes: Por qué te has matriculado en Bachillerato y en esta rama, qué te gustaría estudiar cuando termines esta etapa, qué es lo que te gustaría aprender a lo largo del curso, cuál es el tipo de evaluación que te gustaría tener y cuál no, qué significa “estudiar” para ti, cómo te definirías como persona, cuáles piensas que son tus virtudes y cuáles tus dificultades, etc. Posteriormente, debemos organizar una asamblea en clase para contrastar diferentes puntos de vista, principalmente referidos a las necesidades e intereses. Esto nos ayudará a enfocar las asignaturas de forma que respondamos a dichos intereses.

Vamos a suponer que estamos en el Bachillerato de “Ciencia e Ingeniería”, y tenemos a un importante grupo de estudiantes que desearían estudiar el Grado en Ingeniería Informática. Para ello, podemos intentar plantear en clase ejemplos de problemas relacionados con ingeniería informática, y justificar cuál es la utilidad de trabajar dicho contenido para estudiar Ingeniería Informática. En general, es importante en todo momento justificar todo lo que hacemos, incluso en áreas como Filosofía o Historia donde, para el tipo de alumnado del ejemplo que hemos puesto, pueda resultarles algo lejano. Por ejemplo, la Filosofía puede ayudarles a desarrollar la capacidad para reflexionar y analizar el comportamiento de los seres humanos en torno al uso de los ordenadores, y pensar en crear proyectos informáticos que puedan satisfacer a las personas.

3-Renovar las metodologías de enseñanza-aprendizaje, por unas más constructivistas

La metodología de enseñanza-aprendizaje puede resultarles aburrida. En general, el Bachillerato no destaca por sus contenidos actitudinales, y ni siquiera se trabaja a partir de competencias básicas como se realiza ahora en las enseñanzas obligatorias. La cantidad de temario a estudiar y aprender es elevada, y a un ritmo que puede resultarles agobiante. Es por ello que aquellos estudiantes con más dificultades o que vinieron con lagunas de la ESO puedan sentirse más desmotivados. Por ello, plantearía enfocar una enseñanza más constructivista.

Desarrollar una metodología basada en la investigación, la búsqueda de información, el análisis, el contraste de puntos de vista, el trabajo cooperativo y el desarrollo de proyectos donde combinen conocimientos y creatividad, puede resultarles más motivadora, entretenida y a la vez conseguir que aprendan de forma significativa y relevante. En Andalucía existe una asignatura llamada “Proyecto integrado” que intenta aplicar estos principios, pero sería más significativo integrar esta metodología en todas las áreas del currículo.

El profesorado debe diagnosticar las concepciones que presenta su alumnado con respecto a la asignatura y temas concretos que va a trabajar. Puede partir desde cuestionarios hasta asambleas. Posteriormente, sería conveniente dividir al grupo-clase en pequeños grupos heterogéneos, a ser posible cambiando su composición en cada proyecto para aumentar la calidad de las relaciones interpersonales que se produzcan entre ellos-as, y cada grupo debería desarrollar un proyecto. Cada grupo tendrá un tema, pero siempre conectado con la temática que se esté trabajando en ese momento. Por ejemplo, si estamos estudiando Historia del Mundo Contemporáneo, un tema posible a trabajar sería “La Revolución Industrial”. Un grupo podría realizar un proyecto basado en la revolución agraria, otro grupo un proyecto basado en la revolución de los transportes, otro grupo sobre el nuevo modelo de organización de trabajo en las fábricas, etc. Se les plantearía investigar, explicar los antecedentes y lo que pasó después, entender la importancia de esta etapa histórica para entender la situación actual de nuestro país y del mundo, reflexionar sobre ella, e incluso proponer alguna propuesta de investigación. El alumnado desarrollaría el proyecto partiendo de las orientación que el docente les daría. El docente les podría asesorar aportándoles material bibliográfico, recursos interesantes de la Red, debatir algunas cuestiones que surjan, etc. Todos los grupos expondrían su proyecto de la manera que quisieran, realizándose una “evaluación entre iguales”, donde todos los compañeros-as evalúan las aportaciones de todos-as sus compañeros-as, aportándoles sugerencias para mejorar y valorando el esfuerzo realizado.

Posteriormente podría realizarse una prueba de ensayo donde el alumnado reflexione sobre los aprendizajes realizados, piense cómo podría mejorar su actitud en la asignatura, y qué debería de repasar más a fondo. No sería conveniente evaluarles a través de exámenes donde se les pida la memorización de todos los contenidos. En primer lugar, este tipo de exámenes es una de las causas por las que muchos estudiantes deciden huir de estudiar niveles superiores o estén desmotivados a lo largo del curso, debido al esfuerzo mental que supone a la vez que, al final, se le irán olvidando esos conocimientos. El alumnado es consciente de ello, y por lo tanto consideran que es un esfuerzo que solamente les valdrá para obtener una calificación numérica. En lugar de esto, es mejor plantearles trabajos de ensayo, mapas conceptuales donde esquematicen todo, resolución de problemas donde tengan que aplicar todos sus aprendizaje, prácticas de laboratorio, etc. Es importante que el alumnado esté activo en su proceso de aprendizaje.

4-Dispone de una hora semanal de tutoría lectiva en Bachillerato

La acción tutorial es fundamental para establecer una relación profesorado-alumnado que permita diagnosticar dificultades, preocupaciones, motivaciones y conflictos dentro del grupo. Cierto es que la acción tutorial se debe desarrollar continuamente y por todo el profesorado, aunque cada grupo-clase disponga de un docente-tutor asignado. Pero sería importante disponer de una hora semanal donde cada docente-tutor pueda reunirse con todo su alumnado para debatir cuestiones que les preocupen. El docente-tutor puede ayudar a motivar a sus estudiantes cuando estén pasando por malas rachas, donde tengan muchos exámenes y deberes y sea necesario aumentar su motivación y autoestima. Dialogar entre todos-as para desahogarse, plantear cuestiones sobre temas que les preocupen, resolver conflictos que hayan surgido durante la semana contando con la ayuda del delegado-a del grupo-clase, plantear sugerencias, realizar actividades de relajación, trabajar técnicas de estudio, realizar actividades de orientación profesional, etc. Es un momento donde todos-as podemos relajarnos y expresar nuestras emociones, y poder ayudarnos entre todos-as a superar nuestras dificultades y aumentar, poco a poco, nuestra motivación.

El orientador-a del centro puede incorporarse en algunas ocasiones para ayudarles. Una adecuada atención psicológica puede serles útil para aumentar su motivación. Un reciente caso que tenemos en otro sector es el de la UD Las Palmas, equipo de fútbol de la Segunda División Nacional. Comenzaron la temporada con muy malos resultados, y el equipo directivo decidió contratar los servicios de un equipo de psicólogos. Pues bien, dicha atención psicológica les ha influido para que sus resultados progresen y estén ahora peleando por los puestos de ascenso directo. También existen en el ámbito laboral, así que, ¿por qué el tutor-a y el orientador-a no podrían hacer lo mismo? Si motivamos a nuestro alumnado y les transmitimos que tenemos expectativas positivas sobre sus capacidades y posibilidades, podría producirse un “efecto Pigmalión” que influyera en su rendimiento y en sus resultados. Hay que evitar, sin embargo, no transmitir que tenemos unas expectativas demasiado elevadas, ya que podrían agobiarse y frustrarse si no consiguen satisfacer dichas expectativas.

El problema sería encontrar un hueco dentro del horario semanal para poder desarrollar la hora de tutoría lectiva. Una sugerencia que a algunos se les ocurre sería eliminar la asignatura de Religión, incluyendo su alternativa, de la etapa del Bachillerato, y dedicar esta hora semanal al desarrollo de la tutoría lectiva. A cambio, podría ofrecerse, como actividad extraescolar, talleres donde se trabaje la fe cristiana y sus valores, entre otros temas relacionados.

5-Crear una plataforma virtual propia del grupo-clase con Moodle

El alumnado puede tener dudas en cualquier momento, o necesitar trabajar a distancia con alguien. Podríamos instalar la plataforma Moodle en nuestro grupo-clase y agregar a todo el alumnado. En los foros de discusión, podrían debatir algunas cuestiones que les preocupan, consultar dudas, apoyarse los unos a los otros, resolverse dudas entre ellos-as y contando con la participación del profesorado, chatear entre ellos-as, enviar algunas tareas al docente, proponer talleres donde el alumnado trabaje a distancia, subir materiales telemáticos y audiovisuales que el alumnado podría consultar para entender algunos conceptos (por ejemplo, un vídeo que muestre el proceso de la mitosis celular), etc. Sobre todo debemos aprovechar las posibilidades comunicativas de estas plataformas, creando una “comunidad de aprendizaje” donde todos-as aprenden de todos-as, ya que todos-as son personas que tienen algo valioso que aportarnos. Para motivar su uso, el docente podría valorar positivamente la participación en la plataforma, subiéndoles la nota para así ayudarles a subir la media.

6-Colaboración de las familias de los estudiantes con el profesorado-tutor

Es cierto que, a veces, hay estudiantes que pueden sufrir presiones por parte de sus padres y madres con respecto a las notas. Hay padres y madres que desean que sus hijos-as obtengan muy buenos resultados académicos pensando en su bien, o que en momentos difíciles no sepan cómo motivar a su hijo-a. Algunos, por desgracia, les amenazan con sancionarles si no obtienen buenos resultados, lo que conlleva a aumentar su desmotivación. A nadie le gusta hacer algo, incluso gustándole, pero a cambia recibir duras sanciones si no consigue los objetivos a corto o medio plazo. Cierto es que puede haber estudiantes que se distraigan de sus estudios y no le dediquen el tiempo necesario porque prefiere realizar otras actividades más entretenidas y placenteras (salir con los amigos-as o con la parejita, jugar a los videojuegos, conectarse a las redes sociales virtuales, jugar al baloncesto con su pandilla, sestear en exceso, ver la televisión toda la tarde, etc.), y por ello necesitan un mayor control, pero por otro lado tenemos a estudiantes interesados y preocupados por su futuro académico, y que se esfuerzan pero tienen dificultades para conseguir los resultados deseados. Además de intentar siempre diagnosticar estas dificultades para intervenir sobre ellas, es importante que la actividad motivadora que hagamos desde las aulas no se vea contradecida por la actividad que realicen las familias con respecto a este hecho. Por ello, es conveniente convocar a los pares y madres a tutorías periódicas para debatir estos temas y plantear, juntos-as, una intervención dirigida a motivar a sus hijos-as. Aunque tengan dificultades, es importante no privarles de sus ratos de ocio con motivo de desconectar de sus obligaciones académicas. No debemos olvidarnos que son jóvenes, y que tienen que desarrollar sus necesidades afectivas y sociales. Es bueno asesorarles sobre cómo dialogar con sus hijos-as sobre los estudios y sus dificultades, como motivarles de forma intrínseca, mantener unas expectativas adecuadas, ayudarles y dejarle, principalmente durante el fin de semana, un tiempo para el ocio.

Conclusiones

Podríamos abordar más temas y seguir profundizando, pero por el momento vamos a establecer unos criterios iniciales. En general, la comunicación entre alumnado, profesorado y familias es fundamental para conseguir mantener un nivel positivo de motivación en el alumnado, y sobre todo justificarle el esfuerzo que está haciendo y debe hacer, pensando en los beneficios que tiene el seguir luchando contra las dificultades. En el aula se podrían trabajar más en técnicas y hábitos de estudio que poco a poco el alumnado debería consolidar, y desarrollar una acción tutorial que permita, en todo momento, que el alumnado se dirija al profesorado para consultarle sus dudas e inquietudes. Si se siente a gusto en el centro educativo, es otro factor para que siga motivado. Luego tendríamos que analizar la calidad de las relaciones interpersonales que tenga dentro del aula. Un test sociométrico con el posterior sociograma realizado podría ser útil, ya que hay estudiantes que pueden estar desmotivados debido a que no se siente incluido dentro del grupo-clase o incluso sufre acoso escolar. Se recomienda en todo momento analizar cómo se encuentra el alumnado a nivel académico, social, afectivo y familiar para posteriormente analizar su influencia en sus niveles de motivación.